Barcelona, 13 de abril del 2015.- ¿Qué impacto tendría para el transporte terrestre mundial de mercancías la unión de Europa y Estados Unidos por una carretera de 21.000 kms?. El planteamiento de este proyecto colosal es de un empresario ruso y así información el Diario Vasco de sus pretensiones, aún preliminares:
«Puede que, en los próximos años, viajar de Estados Unidos a Londres en coche sea posible. Al menos, así será si Vladimir Yakunin (presidente de la empresa ‘Russian Railways’) logra que su macro proyecto sea aprobado. Y es que, tal y como afirma el diario ‘Siberian Times’, este hombre de negocios ha presentado un plan para construir una gigantesca carretera transiberiana de más de 21.000 kilómetros que unirá las ciudades de Londres y Nueva York a través de Rusia.
Según ha afirmado el propio Yakunin en un plan presentado en la reunión de la Academia Rusa de las Ciencias, el objetivo es construir una carretera que una la frontera oriental de su país con el estado de Alaska cruzando la estrecha franja del mar de Bering que separa Asia de América del Norte. Bautizado como ‘Trans-Eurasian Belt Development (TEPR)’, el proyecto pretende seguir la ruta del Ferrocarril transiberiano.
«Será una interestatal entre las civilizaciones. El proyecto debe convertirse en realidad y basarse en las nuevas tecnologías», explica el político en declaraciones recogidas por el ‘Siberian Times’.
La distancia total de la carretera sería de unos 21.000 kilómetros y pasará por ciudades como Londres (Gran Bretaña), Moscú (Rusia), Nome y Fairbanks (Alaska) y Nueva York (Estados Unidos). Con todo, el informe no ofrece detalles de cómo será la ruta a través del mar o de cómo se llevará a cabo el susodicho proyecto. No obstante, la idea beneficiaría regiones como Nome, la cual no cuenta con ninguna ruta que permita a sus conductores llegar rápidamente al sistema de vías estatales.
De momento, se desconoce qué entidad será la encargada de sufragar este inmenso (y aún no aprobado) proyecto. De hecho, ni siquiera se ha ofrecido un presupuesto más allá de la afirmación de que el coste será de «miles de millones de dólares». No obstante, se sospecha que el desembolso del capital inicial podría verse altamente recompensado en un futuro en base a los ingresos que generará la carretera».
Si finalmente es una carretera de iniciativa privada 100% habrá que sospechar unos peajes considerables en su tránsito por diferentes capitales. Quizás lo más razonable es una financiación mixta con la aportación de fondos supranacionales de origen público. En cualquier caso, este «megaproyecto» es hoy más un sueño con muchas etapas y años para hacerse realidad.
Su finalización supondría un empujón definitivo para el transporte terrestre de mercancías, en detrimento del transporte aéreo, marítimo e incluso ferroviario. Una carretera intercontinental de 21.000 kms también afectaría a las estrategias de Supply Chain de los grandes sectores económicos. Tanto por la eficiencia, como por los plazos de entrega en cada capital. Los cargadores de mercancías podrían estar entusiasmados con esta nueva ruta, al igual que los proveedores de sistemas de información, y consultores SCM. De momento, a esperar.